miércoles, 15 de febrero de 2012

Verso roto.

         1.

Y es que la fortuna te utiliza como heraldo de malas noticias, esconde en tu cuerpo de belleza ridícula, pasión y deseo las desgracias diarias de lo cotidiano. Siendo mi corazón pasión y dolor usa tus ojos que ocultan mal y tu sonrisa que miente bien a su favor, para que yo trague sin cuestionar y cuestioné sin digerir. Eres irresistible y repulsiva por eso te usan de esa manera como estandarte de la desventura, para que guiado por mi estupidez yo solo diga si, y si, y si a todo sin más ni más. ¡Aléjate! O dime cuál es tu intención, déjame partir, herido y sin botín, pero con dignidad en busca del lugar donde el Sol se saluda con su perdida amante para que ella adorne la noche, porque allí creo que se encuentran las respuestas a esas preguntas que no sé como escribir.   

          2.

Ten solo un segundo, un mísero segundo, pendenciero y burlón para mirar atrás y ver por última vez ese momento, nunca volverá, nunca seremos los mismos, nadie jamás lo será, y el agua fluye en el torrente hacia el lugar desconocido que nadie sabe como termina ni donde. No miraste para atrás cuando el presente se convirtió en pretérito y lo perdimos para siempre, ya somos otros tu y yo y ellos también, ya no estamos donde estábamos, ni seguimos a donde íbamos, ya estamos allí pero en otro mísero segundo vamos a estar por allá.

Arriba en la canoa solo, que me lleve la corriente y que choque contra las piedras o caiga por las cascadas. ¡Deprisa! Que los rápidos esperan y el tiempo solo los hará enojar y a ciegas serán los vientos y las corrientes quienes comanden con órdenes en susurros y chasquidos, si, así será cuando solo un segundo miserable y burlón parezcan mil compasivos instantes en sucesión, pero no vamos a mirar para atrás, ni tu ni yo ni ellos, y adiós a lo que fue, nunca serás tan hermosa ni yo tan ingenuo, suelta mi mano que no tengo un segundo más para compartir.

         3.

Pisando duro entran los hombres en la arena, sin metáforas ni reflexiones, con el sol en el centro de sus ojos, en busca de una lágrima, antinatural, ellos no deben y no lo harán, y el niño mira atento desde el balcón expectante y curioso. ¿Será qué triunfan en su guerra o vuelven con la luz a sus espaldas y la bruma en sus frentes?

Da inicio a la contienda, el polvo se levanta y los hombres sudan, las mujeres gritan y el niño en el balcón sigue cada movimiento con la mirada, bajan los precios y frutas y verduras pasan como el rayo de una mano a otra mientras preguntan peso y precio, un minuto en el mercado es una vida entera, sin descanso el siguiente minuto empieza. ¡No hay tiempo!

Sangre y sudor, se limpian con agua, niño baja con premura, padre toma de su mano caminando un camino largo y empinado, es escuela, padre gana para el pan, niño juega a la pelota, dibuja el mercado como un circo romano o un campo de guerra, madre llora desde lo alto y esa tarde la lluvia es cálida, como aquel abrazo al borde de la cama. Sin reflexiones ni metáforas el hombre pisa suavemente el portal de la alcoba, cama para dos, sabanas para uno.

         4.

No hay luz, ni viento ni ruidos que rompan con la lúgubre y solemne habitación, tiempo no importa hay dos barandales y escalones al frente y atrás, no es posible ver ni huir hacia otros rincones, tiene que ser una escalera, rugosa y fría, quebradiza pero firme, estable, sin embargo no se siente quieta, como si pudiese respirar, es inquietante, quiere miedo y lo tiene.

Algo toca las manos, sostenedlo, dicen, con ambas manos, dicen, se sostiene con ambas manos y se enciende es una vela. Alrededor no hay nada más que oscuridad, y la escalera esta compuesta por huesos unidos y entrelazados por pocos músculos y algunas venas. En frente solo escalones, atrás más escalones, huesos viejos y nuevos, de ancianos, niños y doncellas, unos puros y otros curtidos por lo que hicieron y dejaron de hacer, casi se pueden leer sus nombres, casi se pueden escuchar sus gritos, pero nada, solo nada.

Continuad, dicen, dos escalones más y al tercero, duda miedo, la escalera se sacude, le gusta el miedo es su alimento, es la sangre que corre por sus venas, la mantiene viva en su construcción perversa, esta mal, se siente mal, ya no se puede. Voltea, corre con la vela en una mano, se extingue y ellos gritan ¡se escapa! La escalera se hace pasillo y frena, levanta la vela con ambas manos, se enciende, ahora es un escalón, ahora grita y no hay sonido, solo el sentimiento.

          5.

Mi mente esta ausente en si misma, pero soy consiente de ello no estoy loco, el loco cree que esta cuerdo y que todos los demás son locos, yo creo que estoy loco pero todo a mi alrededor me dice lo contrario, en especial no quiero que los otros se enteren. Ya no puedo luchar más contra eso.

Ya te tengo, mía por fin, no llores, tu sabes que te amo, no pelees tu sabes que soy tu esclavo y estoy a tus ordenes, solo pide que me permitas estar a tu lado. No quieres, pero si lo tienes todo, no lo pierdas todo, si solo ayer me prometiste todo, creí que éramos uno, al parecer solo fue mi imaginación.

Para que estés aquí debo atraparte, debo encerrarte, una cadena, es perfecto, pero ya lo he intentado y siempre las rompes, debo construirla yo con las fibras más atrapantes que conozco, tu pelo, y así es, es una cuerda perfecta con cada hebra de tu largo suave y brillante pelo, un extremo va atado a mi corazón y el otro al tuyo, por siempre y para siempre.

Debe ser más apretado el nudo, solo va doler por un instante, luego será cálido y dulce, la primera vez siempre duele dicen los abuelos. En tus ojos, son lagrimas, no, es, es, es…

¡El amor!

Se derrama, yo lo he destruido, y ahora te dejo ir y solo me queda el recuerdo de tu amor lo rompí y no puedo arreglarlo, no estoy loco, solamente vi lo que ustedes no han visto, solo hice lo que ustedes no lograron hacer, yo no soy el loco. ¿Quién es el loco?


R. Saldarriaga

lunes, 13 de febrero de 2012

Solo un beso.


Tus delicadas manos aprietan contra mis dedos, siento la fuerza de tu cuerpo en la más simple contracción, tus uñas contra mi piel, no me duele, me sostienen y te aferras a mi, en la timidez previa a un abrazo. Estas cerca, muy cerca y mis manos sudan, estoy nervioso mientras doy pequeños pasos hacia a ti, puedo sentir como respiras en mi pecho, siento el calor salir de tu boca y chocar contra mi cuerpo.

Atravieso mi mano derecha por tu espalda y cintura hasta llegar al lado opuesto, ya no tienes escape, eres mía, caíste en la trampa y no te dejo ir. Mientras aprieto tu cuerpo contra el mio te paras en las puntas de tus pies y estamos tan cerca que tu pelo negro y ondulado hace cosquillas en mi cuello, como un aperitivo de lo que viene, casi como la electricidad que llena el aire por la incertidumbre de la anticipación, es mágico, y me doy cuenta como tus rodillas tiemblan. Mis manos sudan y tus rodillas tiemblan, falta poco.

Ese pelo negro, me encanta, es como la noche, es el cómplice de tu belleza, me intriga y me confunde lo veo y creo que me oculta tu sonrisa, juega de tu lado como un velo ligero de misterio, es cruel e irresistible. Ese pelo negro que aun no me deja verte te mantiene oculta y presente, tal cual la luna en esas noches oscuras donde las nubes que lentamente mueve el viento dejan ver de vez en vez y de poco en poco su exuberante resplandor en la oscuridad, si tu pelo es la noche, es el velo de tu mirada.

Ya no más, no me concentro, me distraes y levantas tu mirada, puedo verte. El brillo de tus ojos solo se ve opacada por esa leve sonrisa que forma tu rostro cuando tus dientes muerden el borde inferior de tus labios color rosa y unos tenues hoyuelos que aparecen justo al borde de la misma, es increíble.

Nuestros ojos se cruzan, las miradas parecen una misma, en un solo punto, tú intentas mirar mi alma y yo tu corazón. Estamos allí frente a frente y listos,  ya nada importa, no siento como respiras, es más, yo mismo deje de hacerlo, y nuestras bocas chocan, queremos ver quién es más fuerte, a veces tu te sueltas, otras yo cedo. Estamos juntos entrelazados y enredados, nuestros labios, nuestras lenguas se encuentran y el sabor dulce de la miel sale de tu boca. Peleas con mis labios, yo muerdo los tuyos, y parecen horas y horas, sin aliento me separo, respiro y no lo resisto, vuelvo a besarte, no quiero verte, solo sentirte, tu aroma, tu sabor, tu piel.  

R. Saldarriaga.