Tus delicadas manos aprietan contra mis dedos, siento la
fuerza de tu cuerpo en la más simple contracción, tus uñas contra mi piel, no
me duele, me sostienen y te aferras a mi, en la timidez previa a un abrazo. Estas
cerca, muy cerca y mis manos sudan, estoy nervioso mientras doy pequeños pasos
hacia a ti, puedo sentir como respiras en mi pecho, siento el calor salir de tu
boca y chocar contra mi cuerpo.
Atravieso mi mano derecha por tu espalda y cintura hasta
llegar al lado opuesto, ya no tienes escape, eres mía, caíste en la trampa y no
te dejo ir. Mientras aprieto tu cuerpo contra el mio te paras en las puntas de
tus pies y estamos tan cerca que tu pelo negro y ondulado hace cosquillas en mi
cuello, como un aperitivo de lo que viene, casi como la electricidad que llena
el aire por la incertidumbre de la anticipación, es mágico, y me doy cuenta
como tus rodillas tiemblan. Mis manos sudan y tus rodillas tiemblan, falta
poco.
Ese pelo negro, me encanta, es como la noche, es el cómplice
de tu belleza, me intriga y me confunde lo veo y creo que me oculta tu sonrisa,
juega de tu lado como un velo ligero de misterio, es cruel e irresistible. Ese pelo
negro que aun no me deja verte te mantiene oculta y presente, tal cual la luna
en esas noches oscuras donde las nubes que lentamente mueve el viento dejan ver
de vez en vez y de poco en poco su exuberante resplandor en la oscuridad, si tu
pelo es la noche, es el velo de tu mirada.
Ya no más, no me concentro, me distraes y levantas tu mirada,
puedo verte. El brillo de tus ojos solo se ve opacada por esa leve sonrisa que
forma tu rostro cuando tus dientes muerden el borde inferior de tus labios
color rosa y unos tenues hoyuelos que aparecen justo al borde de la misma, es increíble.
Nuestros ojos se cruzan, las miradas parecen una misma, en
un solo punto, tú intentas mirar mi alma y yo tu corazón. Estamos allí frente a
frente y listos, ya nada importa, no siento
como respiras, es más, yo mismo deje de hacerlo, y nuestras bocas chocan,
queremos ver quién es más fuerte, a veces tu te sueltas, otras yo cedo. Estamos
juntos entrelazados y enredados, nuestros labios, nuestras lenguas se encuentran
y el sabor dulce de la miel sale de tu boca. Peleas con mis labios, yo muerdo
los tuyos, y parecen horas y horas, sin aliento me separo, respiro y no lo
resisto, vuelvo a besarte, no quiero verte, solo sentirte, tu aroma, tu sabor,
tu piel.
R. Saldarriaga.
1 comentario:
Muy buen realto, por lo visto viene del corazon
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